Estudio sobre los Himnos órficos (2001) de Ann-France Morand (francés)

Versión completa con excepción de citas textuales

INTRODUCCIÓN

El orfismo, así como otros movimientos que se encuadran dentro de la religión tradicional, no cesa de estimular la imaginación de los investigadores y del público. La emergencia de seres monstruosos, los misterios y el secreto que encierra este fenómeno atizan más aún el gusto por los escritos relacionados con este movimiento. El hecho de que se haya ignorado totalmente una colección de himnos atribuidos a Orfeo nos dejó perplejos. Antes de que nos interroguemos acerca del desinterés y la ferviente hostilidad que provocan estos textos es conveniente que los presentemos brevemente.

Un texto transportado de Constantinopla a Roma en 1423 por Giovanni Aurispa es probablemente el arquetipo de esta clase de manuscritos y contiene una colección de 87 himnos dedicados a las divinidades más diversas y un prólogo.

Dentro de su libro sobre el paganismo en la época romana, el juicio de Mac Mullen sobre (los) Himnos órficos (en adelante HO) ilustra la opinión dominante acerca de estos textos que no agradan a los investigadores que trabajan sobre el orfismo antiguo ni tampoco a aquellos que se ocupan de períodos posteriores. La pobreza de su estilo así como su caracterización peyorativa del orfismo son hechos comúnmente observados en esta clase de escritos. La autenticidad de las ideas religiosas es también puesta en duda. Harrison ve aquí una disolución de los dioses en una suerte de monoteísmo; Veyne le reprocha su falta de espiritualidad.
Estos textos serán material de trabajo para los humanistas del Renacimiento, tales como Gémiste Plethón (Gemistus Pletho); Marsile Ficin (Marsilius Ficinus) o Giovanni Pico della Mirandola. Más tarde el ciudadano Dupuis (Charles François) hará su apreciación.

Curiosamente, la atención creciente durante los primeros siglos de la era cristiana no suscitó una verdadera recuperación del interés por estos textos. Su acceso, en verdad, continuó siendo difícil porque estos himnos son dependientes los unos de los otros.

Por lo tanto HO están relacionados con una serie de creencias y de rituales de un grupo religioso preciso. Inclusive, si el carácter alusivo de HO, debido a su modo de expresión no narrativo no permiten formar más que una imagen parcial del contexto religioso, ellos constituyen un documento único. Son también una de las raras colecciones completas de los himnos. Las investigaciones sistemáticas acerca de las fórmulas y estructura de estos textos no pueden ser abordadas a la ligera. En fin, HO constituye un valioso testimonio sobre el orfismo y el baquismo durante los primeros siglos de nuestra era –testimonio que es probablemente anterior a muchos de los fragmentos atribuidos a Orfeo que nos fueron entregados por los autores cristianos. El origen no cristiano de estos textos es seguramente una prueba de su valor.

El primer objetivo de esta búsqueda es presentar la riqueza material contenida en los HO. Para lograrlo, he dilucidado las simples alusiones y reunido las informaciones dispersas. Otro objetivo de mi trabajo es revelar una imagen lo más completa posible del grupo que utilizó los HO. Para lograrlo, será necesario impulsar ciertas hipótesis hasta el extremo de sus implicaciones. Mi interés consiste en tomar en cuenta la organización del texto de manera que sea más accesible. Desde este punto de vista se puede constatar que, si bien existe un buen número de artículos que tratan cuestiones precisas, pocos de ellos se arriesgan a considerarlos de manera global.

Mi trabajo se organiza así: un primer capítulo trata del género de los HO. La manera de dirigirse al dios y las técnicas para reconciliarse con él son estudiadas. Las diferentes partes constitutivas son desarrolladas antes que la unidad sea tenida en cuenta. Esta primera parte debería proporcionar las claves de lectura y constituir el fundamento de mi investigación, a saber: los rituales y las creencias del grupo.

Las ofrendas vegetales mencionadas en los títulos de los himnos y las alusiones a los rituales de iniciación son el objeto del segundo capítulo.

Las creencias de grupo, los dioses en primer lugar y luego el destino de las almas retienen mi atención en los siguientes capítulos.

Finalmente un último capítulo se ocupa de la organización del grupo que ha recorrido los himnos puesto que ciertos títulos de los oficiantes del culto son transmitidos en estos textos.

Algunas problemáticas atraviesan todo el trabajo: el orfismo, el baquismo y las cuestiones de fecha y origen de estos textos.

La datación de los himnos ha sido, en efecto, una preocupación para los eruditos que se interesan en estos temas. Las fechas que provienen de los siglos más alejados corresponden a la era bizantina. Si se consideran las menciones de los himnos de Orfeo dentro del papiro de Derveni, por ejemplo, no pudo ser establecida ninguna referencia directa de los himnos, al menos antes de una cita de Jean Galenos. Los análisis de vocabulario que sitúan estos textos en comparación con los Dionisíacos de Nono de Pannopolis y los Himnos de Proclo especialmente, arriban a resultados contradictorios.

Otras investigaciones sobre las influencias filosóficas detectables en los textos no aportan elementos de datación. El estoicismo que algunos ven no proporciona más que un terminus post quem muy anterior a la composición de estos textos. Las tentativas de recorrer las influencias neoplatónicas o neopitagóricas tampoco han dado resultado. La cuestión de la datación será entonces discutida en mi trabajo sobretodo a la luz de la epigrafía.

Dos puntos serán mencionados en esta introducción, pero serán desarrollados más adelante: la cuestión del autor y la relación entre el prólogo y los himnos individuales. Lobeck pensó que HO merecen el trabajo de un erudito, un puro ejercicio de estilo. Esta opinión, vivamente criticada por el conjunto de los investigadores, se contradice con el descubrimiento de inscripciones que aportan los nombres de las extrañas divinidades que figuran en los HO. Puede notarse que incluso si es una falsificación -que yo no creo en absoluto- el interés de una tal superchería reside en su adecuación a la realidad. Por consiguiente, la importancia del texto, desde el punto de vista religioso no será tomada aquí en cuenta.

Sobre la base de algunos paralelismos, Kern ha mostrado de manera convincente que HO han sido escritos por una comunidad específica de Asia Menor que este filólogo cree poder situar en Pérgamo. Esta última hipótesis será también discutida a la luz de las inscripciones.

HO presentan un pensamiento elaborado, coherente y son una fuente de conocimiento de escritos atribuidos a Orfeo. Ya he afirmado que estos textos tienen un autor único. Graf, en su epílogo a la traducción de Plassmann va en el mismo sentido. La hipótesis de un autor único es posible, pero una unidad de pensamiento puede también ser el reflejo de la cohesión de grupo ¿se debe mantener una actitud mixta en este punto?

Las relaciones entre el prólogo y el resto del texto presentan numerosos problemas, comenzando por el nombre “prólogo” dado a la primera parte del texto. Luego de una dedicatoria a las musas, aproximadamente setenta dioses son convocados para los misterios y para una libación. Los dioses son simplemente nombrados con una breve adjetivación. Entonces, el “prólogo” no tiene el sentido habitual del término. Algunos investigadores lo denominan proemio o euch (Hunsucker y West). Yo decidí conservar el nombre francés por este motivo: es necesario interpretarlo como una primera parte dirigida a los dioses.

La relación entre el prólogo con el resto del texto es una cuestión más clara que el problema de la denominación del mismo. Kern pensó que el prólogo y los himnos responden a autores distintos. West opina igual y considera que como Jean Galenos cita los textos ha debido tener los himnos bajo los ojos y relacionó alguna cosa como “Himno a Hécate, fumigación de aromas”. Los argumentos que han sido esgrimidos para probar esta dualidad del texto pueden resumirse así: los dioses del prólogo y los de los himnos no coinciden. Más aún, como bien ha demostrado Ricciardelli, si Jean Galenos tuvo un texto bajo sus ojos ciertamente fue el himno a Selene (y no el himno a Hécate), que ofrece, precisamente aromas.

Si se comparan los dioses de los prólogos con estos de los himnos, es imposible ignorar las contradicciones manifestadas. En efecto, la presencia bastante poco marcada de Dionisos en el prólogo o la ausencia de tal invocación no son determinantes. La diferencia entre el prólogo y el resto del texto está probablemente ligada a la diferencia de funciones de estas partes. Los himnos y el prólogo parecen obedecer a la misma clase de exhaustividad y ambos formulan de manera similar el deseo de presencia divina en las celebraciones de grupo. La incorporación del prólogo a los himnos me parece entonces entendible.

Finalmente, una razón justifica la aparición de una novedad en el informe acerca de estos HO. En efecto, como ya he señalado, este material es poco utilizado, a menos que un investigador ocasiona, trabajando sobre un dios específico, se contente en citar de pasada y entonces contextualice un himno dedicado a la divinidad estudiada. En cuanto a los historiadores, digo que ellos no los tienen en cuenta. En todo caso le ofrecen problemas por la aparición de nuevos documentos tales como las láminas de oro, las tabletas de Olbia, el papiro de Derveni y las nuevas inscripciones en relación con HO. Me resulta entonces esencial el estudio de estos nuevos documentos junto con HO. De esta manera será posible redefinir el orfismo a partir de la reunión de estos documentos puestos bajo el nombre de Orfeo o ligados a este tipo de literatura.