La lectura del módulo me deparó muchas inquietudes, verbigracia: en la Web 1.0 existía una suerte de monopolio por parte de los poseedores del saber tecnológico que, organización centralizada mediante, determinaban qué leer, cómo, cuándo. Otra: el circuito semicerrado del conocimiento favorecía la superespecialización y por lo tanto el alejamiento de la realidad educativa. Una más: la jerarquía suponía un crecimiento moderado y hasta cierto punto previsible.
La Web 2.0, que, si bien entendí, convive con el modelo precedente, supone un cambio de paradigma hacia un universo participativo, abierto, nodal, en desarrollo y reformulación constantes. Nuestros educandos, hijos de la era digital, experimentan el universo 2.0 como un hecho natural y naturalizado. El desafío para nosotros, creo, es pensar y repensar las herramientas que usamos o usaremos para construir, cual inteligencia colectiva, buscadores y productores de saberes. En suma: ellos y nosotros formamos parte integrante de la Web 2.0.